Y, en verano, la polémica aumenta con la instalación de las terrazas, más aquellas que tienen instalaciones fijas y dificultan la entrada de una ambulancia de última hora.
El cierre del párking de Armas y su demolición, fue la principal apuesta del equipo de Jorge Suárez y se topó con el rechazo del comercio y de una veintena de entidades vecinales de distinto tipo.
En vista de la situación, lo que los ciudadanos demandan ahora son aparcamientos disuasorios, para no tener que recurrir a los de pago.
Y es que, en menos de un año, Ferrol perdió dos aparcamientos subterráneos: el de Armas, que tenía un centenar de plazas, y el de Porta Nova, con 345. Pero la limitación de espacios de estacionamiento también se notó en la vía pública, con la peatonalización, desde la pasada Semana Santa, de la calle Pardo Bajo y del tramo de María comprendido entre Tierra y Concepción Arenal.
En agosto del año pasado ya se había eliminado el tráfico rodado en la manzana de Real que linda con la plaza de Armas, por lo que, entre unas y otras, se han perdido alrededor de sesenta plazas de aparcamiento en superficie. Un factor que también complica el trabajo de los repartidores de mercancías.
Más recientemente también se suprimieron las plazas de uno de los laterales de las calles Rubalcava y Tierra, en el espacio que se ha acotado para la ejecución de las obras de reforma de la plaza de Armas.
Pese a las quejas de la ciudadanía por falta de espacios para estacionar los vehículos, en un estudio del año pasado se concluía que Ferrol tiene un exceso de plazas del 40 % para los residentes.